El acta de septiembre de 1821, parte I
Dagoberto Gutiérrez
El numeral 1 del documento revela pues, una distancia confrontativa entre los intereses del
pueblo independentista y los firmantes del documento que buscaban culminar su maniobra, por supuesto que el texto es excesivamente perverso, por franco y cínico, porque nos muestra todo lo antipopular que escondió la reunión de Guatemala, en estos meses de septiembre.
Normalmente se entiende que una independencia de una colonia imperial pasa por el trapiche popular y es el pueblo el artífice de la libertad pero sin embargo aquí se trató, en el palacio nacional de Guatemala de evitar la participación del pueblo, para que este no frustrara la independencia palaciega que se cocinaba a fuego lento.
A partir de este primer numeral el acta pasa a organizar lo que era lo más importante para los conspiradores, es decir la asamblea de marzo de 1822, en donde se definiría lo relacionado con la independencia y llama la atención la minuciosidad con que el redactor va abordando, paso a paso, lo relacionado con el procedimiento electoral. Esto revela que eso era justamente lo importante, aunque como ya vimos lo realmente importante era la anexión a Nueva España y no ninguna asamblea independentista; pero como para guardar las apariencias, el redactor del texto detalla sobre los participantes, sobre el cuerpo electoral y las convocatorias.
Sobre el cuerpo electoral resulta notable el interés en la población de origen africano, porque muestra que por lo menos en esos momentos esa porción resultaba importante para las votaciones que interesaban a los redactores.
Los numerales 8 y 9 son los que muestran y demuestran que no se trató de ningún acto independentista ni de ninguna gesta de ese tipo, porque en el numero 8 se resuelve que el gobierno continué siendo dirigido y controlado y manejado por el mismo Brigadier Gabino Gaínza, el mismo que recientemente había sido nombrado como jefe de la capitanía general por los poderes de la metrópoli, pues bien, en una demostración elocuente de que aquí no ha pasado nada y que los mismos siguen mandando y que los mismos siguen siendo mandados, Gaínza sigue siendo el que controla el poder. Si alguien llama a esto independencia, tendrá que esforzarse mucho para demostrarlo.
De cara a los intereses de los conspiradores esto resulta ser, sin embargo, un paso lógico porque Gaínza, siendo parte de la conspiración no podía ni debía ser apartado de todo este negocio y resultaba ser, además, una demostración de buena fe de estos independentistas con respecto a la metrópoli, y desde luego, era un mensaje elocuente hacia los controladores del virreinato de Nueva España. Por supuesto que esta maniobra no podía ocultarse aunque ha permanecido soterrada y oculta al escrutinio analítico, pero como todos los nuncas se llegan y vivimos un momento en donde la única certidumbre es la incertidumbre, todos los cofres polvorientos parecen abrirse por ellos mismos.
Por si esto fuera poco, el texto dice que para ponerse a la altura de las circunstancias y para respetar apariencias (no es cita textual) se formará una comisión consultiva y pasa a nombrar a los integrantes. Hasta aquí aparece lo que pudiera ser una decisión sabia que equilibre las cosas, porque entonces el hombre fuerte, Gabino Gaínza deberá consultar a esta comisión y esto quería decir entonces que ya no tenia todo el poder y que estos independentistas o lo eran de verdad o querían ser o querían que los vieran como tales.
Sin embargo, y en una muestra de excesiva lógica imperial, los independentistas dicen que esta comisión consultiva deberá consultar con Gaínza todos los temas importantes, y miren que cosa mas notable la de estos señores, porque resulta que no es Gaínza el que deberá consultar, como se pudo creer al principio y lo que hubiera limpiado la cara de estos firmantes, pero quizás ellos creyeron que nadie iba a leer nunca este documento y mucho menos que pudiera ser sometido a juicio critico, pero vaya que se equivocaron porque cuando dicen que es la comisión la que debería consultar al hombre fuerte, ponen en la plaza publica a todas las vísceras de su maniobra, y ellos mismos, sin ninguna clemencia para ellos mismos, aparecen y parecen como leales monarquistas y desleales independentistas.
Ahora bien este era un paso inevitable porque ellos necesitaba asegurar el control del poder y ganar tiempo para culminar su anexión a México, probablemente contaban con la resistencia de los criollos de San Salvador, aunque no con la certeza de que ellos eran tan poco independentistas y mucho menos que llegaran hasta ofrecer El Salvador al gobierno de los Estados Unidos, esto significa que en esos años abundaba de todo, menos de independencia.
El documento pasa a asegurar el orden y encarga de esto a la Iglesia Católica de Guatemala, que aparece así como aliada privilegiada del poder imperial, por supuesto que en la misma acta se premia a la Iglesia católica, al asegurarles sus propiedades y sus rangos a la jerarquía eclesial, al mismo tiempo que se le garantiza que serán la única fe aceptable en estas tierras, algo parecido ocurre actualmente con el articulo 26 de la constitución de 1983.
En realidad, la asamblea de 1822 no llego a realizarse, porque la actividad predominante fue la organización del acuerdo regional sobre la anexión a México, la que efectivamente se logra y sepulta, como se esperaba, a cualquier asamblea independentista, porque la maniobra era precisamente eso: Impedir la independencia e impedir que naciera Centroamérica, los acontecimientos posteriores demostrarían cuanto resultó de estos socavones históricos.
Toda esta reflexión resulta necesaria para aproximarnos a la comprensión de los Estados que surgieron en cada una de las provincias que integraron la capitanía general de Guatemala. Para los salvadoreños en particular esta reflexión nos acerca a las raíces históricas del calvario que ha significado para el pueblo llamado salvadoreño, los sucesivos regímenes políticos que arrancaron de estos acontecimientos que estamos comentando.
Fuente:Diario Co latino 06/09/2010
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