El Turno del Ofensor(Parte II)
Por: Francisco Quintanilla
En el primer discurso dado por Mauricio Funes, después de conocer de que había sido elegido Presidente de la República de El Salvador, del Pulgarcito de América, en este discurso hizo referencia a uno de los poemas clásicos del Poeta Roque Dalton, es decir, al poema titulado “El Turno del Ofendido”, para destacar teóricamente, que con la llegada de él a la presidencia de este país, había llegado el turno de que el por tantos años ofendido, pudiese sanar heridas del pasado, señalando, cuestionando, enjuiciando y probablemente perdonando al que lo persiguió, golpeó, torturó, al que asesinó por lo menos a alguno de sus familiares.
Pero un año después de que Mauricio Funes llegó a la presidencia, el turno del ofendido tantas veces lapidado, todavía no ha llegado, porque fue evidente que el actual presidente habló con una especie de trabalenguas, que los ofendidos, no entendimos, el único que lo entendió fue el Co Latino que lamentablemente está cumpliendo el mismo papel que cumplían y cumplen periódicos como la Prensa Gráfica y el Diarios de Hoy, que tergiversan la realidad, la cruda realidad a favor del gobierno de turno. En este discurso, lleno de trabalenguas, Funes estaba, por una parte, celebrando la continuidad del ofensor para que siguiera matando, asesinando colectivamente la esperanza de los ofendidos, y por otra parte, destapándose como la máscara actualizada de los ofensores.
Funes, como todo un sepulturero se ha encargado de ir enterrando las ilusiones, las esperanzas de los eternamente ofendidos; pero hay algo que este sepulturero con su ceguera y su sordera no ha entendido, que por más sutileza que le ponga a su trabajo de sepulturero, siempre el pueblo al que pertenece el ofendido colectivo, no claudicará en buscar, en construir su turno de ofendido frente al ofensor, surgiendo como el ave Fénix de las cenizas o como la flor de loto que gemina en las tierras menos fértiles o en momentos inesperados.
El Presidente de El Salvador, como se dice con palabras de Roque Dalton, ha despreciado el amor de los ofendidos, se ha reído de su pequeño regalo ruboroso, sin si quiera haber intentado entender el laberinto de su ternura, de la ternura del por tantos años golpeado, torturado, perseguido y asesinado.
Pero como todo el movimiento de la realidad es dialectico, el sepulturero no siempre entierra, y aunque cree el movimiento amigos por el cambio, que más bien es cambiar algo para que no cambie nada, llegará el momento que de sepulturero se convertirá en enterrado, y no en el sentido lato de la palabra, sino en el sentido político de la palabra, porque nadie puede ocultar el sol con un dedo, y en cualquier lugar que se encuentre el Presidente, la sombra viva del ofendido se convertirá en su sombra, señalándolo con el dedo enjuiciador de la historia, porque la historia encarnada en los avatares del oprimido lo encontrará hasta en las profundidades o turbulencias del rio Amazonas o del rio Mississippi.
Pero el Presidente, no es el único sepulturero de las esperanzas revolucionarias del ofendido, también están los Cáceres, los Salume y lamentablemente algunos miembros del FMLN, que al pasar de las montañas a los hoteles de lujo y de estos a los curules de la Asamblea Legislativa o del alguna cancillería o dependencia del Estado, al pasar de caminar a “pata” por las montañas a moverse en camionetas de lujo, han ido desdibujando, destiñendo sus convicciones revolucionarias, dejándose encantar por los aromas de las comodidades de la Circe neoliberal.
Algunos diputados del FMLN, ministros y viceministros, el canciller de la república, entre otros se montaron en un barco en el cual mareados no por las fragancias revolucionarias, sino por las comodidades que el sistema capitalista y los grandes capitalistas han puesto a su servicio, se han ido a la deriva, no saben ni se dan cuenta para donde van, se olvidaron de donde vienen, por lo tanto perdieron la brújula política para donde deberían de ir, convirtiéndose en los hijastros de Narciso, el personaje de la mitología griega que creyó ser el más bello entre los bellos. Atontados por su narcisismo político, al igual que el presidente de la república, ya no son capaces de escuchar los clamores del pueblo que los eligió y atentan contra él, van paso a paso pretendiendo enterrar las aspiraciones más sentidas de las mayorías cada vez más excluidas.
Varios miembros del FMLN que ocupan cargos en alguna dependencia del estado y otros integrantes importantes de este partido han creído equivocadamente que el concepto de izquierda es algo que en propio sólo les pertenece a ellos, no se dan cuente o no quieren aceptar, que el concepto de izquierda como fuerza revolucionaria es algo que le pertenece al pueblo y a toda aquella fuerza o movimiento que deriva de él y que pretende su liberación.
Pero un año después de que Mauricio Funes llegó a la presidencia, el turno del ofendido tantas veces lapidado, todavía no ha llegado, porque fue evidente que el actual presidente habló con una especie de trabalenguas, que los ofendidos, no entendimos, el único que lo entendió fue el Co Latino que lamentablemente está cumpliendo el mismo papel que cumplían y cumplen periódicos como la Prensa Gráfica y el Diarios de Hoy, que tergiversan la realidad, la cruda realidad a favor del gobierno de turno. En este discurso, lleno de trabalenguas, Funes estaba, por una parte, celebrando la continuidad del ofensor para que siguiera matando, asesinando colectivamente la esperanza de los ofendidos, y por otra parte, destapándose como la máscara actualizada de los ofensores.
Funes, como todo un sepulturero se ha encargado de ir enterrando las ilusiones, las esperanzas de los eternamente ofendidos; pero hay algo que este sepulturero con su ceguera y su sordera no ha entendido, que por más sutileza que le ponga a su trabajo de sepulturero, siempre el pueblo al que pertenece el ofendido colectivo, no claudicará en buscar, en construir su turno de ofendido frente al ofensor, surgiendo como el ave Fénix de las cenizas o como la flor de loto que gemina en las tierras menos fértiles o en momentos inesperados.
El Presidente de El Salvador, como se dice con palabras de Roque Dalton, ha despreciado el amor de los ofendidos, se ha reído de su pequeño regalo ruboroso, sin si quiera haber intentado entender el laberinto de su ternura, de la ternura del por tantos años golpeado, torturado, perseguido y asesinado.
Pero como todo el movimiento de la realidad es dialectico, el sepulturero no siempre entierra, y aunque cree el movimiento amigos por el cambio, que más bien es cambiar algo para que no cambie nada, llegará el momento que de sepulturero se convertirá en enterrado, y no en el sentido lato de la palabra, sino en el sentido político de la palabra, porque nadie puede ocultar el sol con un dedo, y en cualquier lugar que se encuentre el Presidente, la sombra viva del ofendido se convertirá en su sombra, señalándolo con el dedo enjuiciador de la historia, porque la historia encarnada en los avatares del oprimido lo encontrará hasta en las profundidades o turbulencias del rio Amazonas o del rio Mississippi.
Pero el Presidente, no es el único sepulturero de las esperanzas revolucionarias del ofendido, también están los Cáceres, los Salume y lamentablemente algunos miembros del FMLN, que al pasar de las montañas a los hoteles de lujo y de estos a los curules de la Asamblea Legislativa o del alguna cancillería o dependencia del Estado, al pasar de caminar a “pata” por las montañas a moverse en camionetas de lujo, han ido desdibujando, destiñendo sus convicciones revolucionarias, dejándose encantar por los aromas de las comodidades de la Circe neoliberal.
Algunos diputados del FMLN, ministros y viceministros, el canciller de la república, entre otros se montaron en un barco en el cual mareados no por las fragancias revolucionarias, sino por las comodidades que el sistema capitalista y los grandes capitalistas han puesto a su servicio, se han ido a la deriva, no saben ni se dan cuenta para donde van, se olvidaron de donde vienen, por lo tanto perdieron la brújula política para donde deberían de ir, convirtiéndose en los hijastros de Narciso, el personaje de la mitología griega que creyó ser el más bello entre los bellos. Atontados por su narcisismo político, al igual que el presidente de la república, ya no son capaces de escuchar los clamores del pueblo que los eligió y atentan contra él, van paso a paso pretendiendo enterrar las aspiraciones más sentidas de las mayorías cada vez más excluidas.
Varios miembros del FMLN que ocupan cargos en alguna dependencia del estado y otros integrantes importantes de este partido han creído equivocadamente que el concepto de izquierda es algo que en propio sólo les pertenece a ellos, no se dan cuente o no quieren aceptar, que el concepto de izquierda como fuerza revolucionaria es algo que le pertenece al pueblo y a toda aquella fuerza o movimiento que deriva de él y que pretende su liberación.
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