El siguiente artículo del escritor Manlio Argueta describe como surgió la idea de construir la villa olimpica en nuestra Universidad , muchos pensamos y afirmamos que las actuales edificaciones surgieron gracias a la iniciativa de la Dra María Isabel Rodriguez peor aun de las actuales autoridades de nuestra facultad , que se vio beneficiada con dos edificios ,este relato de Manlio es un excelente contribucion a la memoria histórica universitaria.
ORIGENES DE LA VILLA OLÍMPICA Y EL POLIDEPORTIVO EN LA UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR.-
De regreso en el 93 a El Salvador, ocupé el cargo de Director de la Librería Universitaria. Ese puesto lo recargaba con dos funciones ad honores más: Secretario de Comunicaciones y Director de la Editorial Universitaria, por la confianza y apoyo a su rector Fabio Castillo.
Posteriormente tuve el cargo de la Secretaría de Relaciones Nacionales e Internacionales de la Universidad de El Salvador, 1996-2000, donde quise continuar mis experiencias culturales de Costa Rica. Fue difícil, pero hubo un logro que quiero destacar: haber gestionado la construcción de la Villa Olímpica en el campus universitario, que al pasar los Juegos Centroamericanos sería sede de facultades universitarias, y de oficinas; además de un poli deportivo, con piscinas y cancha de futbol, basquetbol y artes marciales. Así estuvo planteado desde mi primera conversación con autoridades deportivas.
El proyecto de Villa Olímpica y Polideportivo surgió por casualidad. Asistí a una conferencia sobre la importancia de la medicina deportiva (de lo cual apenas sé la letra jota). El Rector Benjamín López Guillén tenía otro compromiso y me pidió representarlo. Ahí, en la sala de actos públicos de la biblioteca universitaria surgió la idea. Se hablaba de medicina deportiva pero dado que en algunos países se había construido las villas olímpicas en universidades, aproveche un intermedio para preguntar a la mayor autoridad deportiva presente ¿por qué no podemos repetir la experiencia en El Salvador? Era el Ing. Melesio Rivera, quien había llevado al médico para dar la conferencia a un grupo de deportistas.
Otro día le escribí una famosa carta que por razones inexplicables no tuve respuesta, pese a la conversación previa. Escribí otra y nada. Pensé que ahí terminaba todo hasta que alguien me dijo que el Sr. Rivera tenía problemas y que las decisiones sobre deportes, por su influencia política con el presidente Francisco Flores, las tenía Enrique Molins, alguien que nunca había visto y que tenía poder de decidir sobre lo que parecía una locura o utopía y obtuve respuesta inmediata. En todas estas gestiones tuve informados y recibí el aval y apoyo del Rector y Vicerrector (Dr. Benjamín López Guillén y Lic. Salvador Castillo, respectivamente).
Así nace el proyecto al que agrego de apoyo a tres funcionarios universitarios para trabajar las gestiones y visitas, el mas valioso y persistente, quien me dio fuerzas para continuar con algo que no parecía tener pies ni cabeza, fue el Dr. Rafael Monterrosa, Vicerrector de Bienestar Estudiantil. En la respuesta el señor Enrique Molins nos remitía a sus colaboradores de INDES que comenzaron a ver la viabilidad de la iniciativa. (Al principio INDES manejaban dos ideas, una reconstruir la casa del deportista en Ayutuxtepeque, pero el espacio resultaba muy pequeño; y la otra, rentar una residencial privado aun sin adjudicatarios). Hicimos ver con vehemencia que si se construía en el campus universitario, ganaba la Nación, ganaban los estudiantes y la educación superior.
Luego la dirección de INDES siguió con el Dr. Benjamín Ruiz Rodas, a allá fuimos, tercos y atosigadores. Para entonces ya había sido electa rectora Isabel Rodríguez, quien se entusiasmo de inmediato por el proyecto que ya tenía pies y cabeza y comenzaba a salir de entre las piernas del vientre materno.
Un proyecto de este tipo es resultado de tiempo, paciencia, intuición y visión. Para inhibir las impaciencias tuve el apoyo del Dr. Monterrosa, arriba mencionado: “Sigue adelante, poeta, los jóvenes necesitan esas instalaciones, no tirés la toalla”. Como Secretario de Relaciones Nacionales e Internacionales de la Universidad de El Salvador, necesitaba este tipo de empujes, en especial si se trata de proyectos destrabados y al parecer inviables, como era plantear una inversión millonaria en la UES, (por los prejuicios del Gobierno contra la Universidad Nacional). Se decía que era difícil el apoyo, que iba a crear problemas en la universidad porque había otro tipo de necesidades; que la UES corría el riesgo de privatizarse. Nada de eso ocurrió, ni el mínimo problema con los sectores universitarios, gracias a labor adicional que se hizo en este rumbo. No corrió la sangre. Mi última contribución a este hermoso proyecto fue recomendar para su administración a un salvadoreño con experiencia en manejo de poli deportivo en una universidad de Canadá y que esos meses, estaba de visita en el país. Y el Polideportivo se hizo realidad.
La mejor satisfacción personal es que las instalaciones están ahí. Gracias a la confianza de del rector López Guillén y Vicerrector Salvador Castillo. Culminó como un cuento de hadas, un final feliz para El Salvador. Mi labor continuó con la nueva Rectora quien puso interés para culminar el proyecto. Misión cumplida, semanas después, pasé a la Biblioteca Nacional, año 2000.
Una herencia física después de haber crecido junto con Roque Dalton y el Círculo Literario Universitario en la Facultad de Derecho, muchos años antes. Hubiera querido que me invitaran a la inauguración de la Villa, pero por un olvido o pequeñas pasiones, estuve solo en espíritu. Pero lo importante fue que la Universidad de El Salvador enriqueció y dignificó su patrimonio arquitectónico.
ORIGENES DE LA VILLA OLÍMPICA Y EL POLIDEPORTIVO EN LA UNIVERSIDAD DE EL SALVADOR.-
De regreso en el 93 a El Salvador, ocupé el cargo de Director de la Librería Universitaria. Ese puesto lo recargaba con dos funciones ad honores más: Secretario de Comunicaciones y Director de la Editorial Universitaria, por la confianza y apoyo a su rector Fabio Castillo.
Posteriormente tuve el cargo de la Secretaría de Relaciones Nacionales e Internacionales de la Universidad de El Salvador, 1996-2000, donde quise continuar mis experiencias culturales de Costa Rica. Fue difícil, pero hubo un logro que quiero destacar: haber gestionado la construcción de la Villa Olímpica en el campus universitario, que al pasar los Juegos Centroamericanos sería sede de facultades universitarias, y de oficinas; además de un poli deportivo, con piscinas y cancha de futbol, basquetbol y artes marciales. Así estuvo planteado desde mi primera conversación con autoridades deportivas.
El proyecto de Villa Olímpica y Polideportivo surgió por casualidad. Asistí a una conferencia sobre la importancia de la medicina deportiva (de lo cual apenas sé la letra jota). El Rector Benjamín López Guillén tenía otro compromiso y me pidió representarlo. Ahí, en la sala de actos públicos de la biblioteca universitaria surgió la idea. Se hablaba de medicina deportiva pero dado que en algunos países se había construido las villas olímpicas en universidades, aproveche un intermedio para preguntar a la mayor autoridad deportiva presente ¿por qué no podemos repetir la experiencia en El Salvador? Era el Ing. Melesio Rivera, quien había llevado al médico para dar la conferencia a un grupo de deportistas.
Otro día le escribí una famosa carta que por razones inexplicables no tuve respuesta, pese a la conversación previa. Escribí otra y nada. Pensé que ahí terminaba todo hasta que alguien me dijo que el Sr. Rivera tenía problemas y que las decisiones sobre deportes, por su influencia política con el presidente Francisco Flores, las tenía Enrique Molins, alguien que nunca había visto y que tenía poder de decidir sobre lo que parecía una locura o utopía y obtuve respuesta inmediata. En todas estas gestiones tuve informados y recibí el aval y apoyo del Rector y Vicerrector (Dr. Benjamín López Guillén y Lic. Salvador Castillo, respectivamente).
Así nace el proyecto al que agrego de apoyo a tres funcionarios universitarios para trabajar las gestiones y visitas, el mas valioso y persistente, quien me dio fuerzas para continuar con algo que no parecía tener pies ni cabeza, fue el Dr. Rafael Monterrosa, Vicerrector de Bienestar Estudiantil. En la respuesta el señor Enrique Molins nos remitía a sus colaboradores de INDES que comenzaron a ver la viabilidad de la iniciativa. (Al principio INDES manejaban dos ideas, una reconstruir la casa del deportista en Ayutuxtepeque, pero el espacio resultaba muy pequeño; y la otra, rentar una residencial privado aun sin adjudicatarios). Hicimos ver con vehemencia que si se construía en el campus universitario, ganaba la Nación, ganaban los estudiantes y la educación superior.
Luego la dirección de INDES siguió con el Dr. Benjamín Ruiz Rodas, a allá fuimos, tercos y atosigadores. Para entonces ya había sido electa rectora Isabel Rodríguez, quien se entusiasmo de inmediato por el proyecto que ya tenía pies y cabeza y comenzaba a salir de entre las piernas del vientre materno.
Un proyecto de este tipo es resultado de tiempo, paciencia, intuición y visión. Para inhibir las impaciencias tuve el apoyo del Dr. Monterrosa, arriba mencionado: “Sigue adelante, poeta, los jóvenes necesitan esas instalaciones, no tirés la toalla”. Como Secretario de Relaciones Nacionales e Internacionales de la Universidad de El Salvador, necesitaba este tipo de empujes, en especial si se trata de proyectos destrabados y al parecer inviables, como era plantear una inversión millonaria en la UES, (por los prejuicios del Gobierno contra la Universidad Nacional). Se decía que era difícil el apoyo, que iba a crear problemas en la universidad porque había otro tipo de necesidades; que la UES corría el riesgo de privatizarse. Nada de eso ocurrió, ni el mínimo problema con los sectores universitarios, gracias a labor adicional que se hizo en este rumbo. No corrió la sangre. Mi última contribución a este hermoso proyecto fue recomendar para su administración a un salvadoreño con experiencia en manejo de poli deportivo en una universidad de Canadá y que esos meses, estaba de visita en el país. Y el Polideportivo se hizo realidad.
La mejor satisfacción personal es que las instalaciones están ahí. Gracias a la confianza de del rector López Guillén y Vicerrector Salvador Castillo. Culminó como un cuento de hadas, un final feliz para El Salvador. Mi labor continuó con la nueva Rectora quien puso interés para culminar el proyecto. Misión cumplida, semanas después, pasé a la Biblioteca Nacional, año 2000.
Una herencia física después de haber crecido junto con Roque Dalton y el Círculo Literario Universitario en la Facultad de Derecho, muchos años antes. Hubiera querido que me invitaran a la inauguración de la Villa, pero por un olvido o pequeñas pasiones, estuve solo en espíritu. Pero lo importante fue que la Universidad de El Salvador enriqueció y dignificó su patrimonio arquitectónico.
Fuente: http://manlioargueta.com
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