lunes, 1 de noviembre de 2010

Un Gobierno partidario sin partido


La relación entre el Gobierno del Presidente Funes y el Partido FMLN representa el vínculo entre una institución de derecho público especializada en las elecciones y un aparato del Estado llamado gobierno, es cierto que para ser gobierno hay que pasar por el trapiche institucional de los instrumentos estatales llamados partidos políticos, luego por las candidaturas, por las campañas electorales y las votaciones; pero una vez establecido un gobierno, la relación entre el partido postulante y el aparato resultante no forma parte de los procedimientos legales establecidos, sino de los acuerdos políticos extramuros alcanzados.

Ciertamente, el candidato presidencial debe ser miembro de un partido político, es decir, debe ser afiliado aunque no necesariamente militante pero este requisito legal, que forma parte de una ficción jurídica no llega a superar la realidad política de la que verdaderamente depende, por eso es que la relación establecida entre este partido y el presidente Funes no puede, en realidad, romperse y tampoco puede haber divorcio porque en ningún momento ha existido ni unidad ni matrimonio, sino tan sólo un acuerdo electoral que no llegó a convertirse en acuerdo político.

El partido FMLN es, sin embargo, gubernamental que no es lo mismo que partido de gobierno o partido en el gobierno, sino apenas gubernamental. ¿Cuál es la diferencia entre estas 3 figuras?: ocurre que el partido de gobierno es el que dirige, orienta y fundamenta teórica y políticamente la gestión gubernamental, es el que traza el rumbo, discute y aprueba las políticas, se sabe muy bien que este no es el caso del partido FMLN en relación con el gobierno porque este partido no decide ni micrométricamente nada de la gestión gubernamental.

Partido en el gobierno es el que sólo o en compañía de otros partidos integra el gabinete de gobierno y sus ministros obedecen la línea política partidaria, tampoco es el caso porque los ministros del gabinete Funes son ministros del presidente y de ningún partido. Partido gubernamental es aquél que participa en la distribución del botín de la cosa pública ubicando a su membresía en distintos puestos, cargos o niveles del aparato gubernamental y este es, justamente, la situación del FMLN que se corresponde con la situación de ARENA que también es partido gubernamental, dado que ambos partidos, ARENA y FMLN, siendo los dos pilares del régimen político comparten, quizás equitativamente, el botín de la cosa pública.

Para el partido FMLN esta distribución resulta fundamental ante sus militantes y sus afiliados porque esto y no otra cosa es lo que justifica el esfuerzo en las campañas electorales y, hasta ahora una victoria electoral, se mide partidariamente por los puestos gubernamentales que se ocupan y no por la política que el gobierno ejecuta.

Así las cosas, resulta que este partido gubernamental ha de defender o cuidar esta cuota partidaria y su relación con el gobierno tomará siempre en cuenta la botija gubernamental; de ahí que se necesite del gobierno quizás mucho más de lo que el gobierno necesita del partido, por supuesto que el Presidente Funes necesita de los votos de este partido pero no de manera privilegiada porque siendo, un gobierno de derechas con una política de derechas ha podido, hasta ahora, contar con los votos de las derechas y hasta con los beneplácitos derechistas tradicionales.

Sin embargo, habiéndose decidido las oligarquías por el apoyo a ARENA y por la asfixia gubernamental, el gobierno Funes tiene derrumbados los caminos de la unidad nacional y oxidadas las versiones sobre un gobierno que gobierna para todos, necesitará, de ahora en adelante, decidir entre entregarse maniatado y vendado en las manos oligarcas o cumplir con sus promesas de campaña cuando dijo que gobernaría para los más pobres.

Si se decide por el segundo camino necesitará descubrir que existen las alianzas, que éstas no requieren identidad ideológica sino entendimiento político. Recordemos que ha perdido más de año y medio buscando matrimonio con la luna, sin que ese romance prospere, en todo caso, el romance oligárquico resulta ser parecido al de la arañita viuda negra.

Las alianzas a construirse han de superar las mesas de diálogo tradicionales porque estas han sido, hasta ahora, una especie de juego a la gallina ciega; sin que las decisiones tomadas tomen en cuenta la posición y los intereses del movimiento popular, hoy se trata de negociar con dos proyectos diferentes a sabiendas que se necesita construir un nuevo estado, un nuevo poder, una nueva economía, una nueva relación con la naturaleza y una nueva democracia más democrática. En esta alianza la relación con el partido FMLN a de registrar la diferencia entre el interés político gubernamental y el interés electoral partidario, siendo el partido FMLN una máquina electoral es de prever que antepondrá estos intereses a las necesidades políticas del gobierno.

Nunca como hoy el gobierno Funes parece y aparece en una soledad conventual, y en ausencia de un equipaje teórico alumbrador de camino necesita saber, a sangre y fuego, que si bien el pueblo sigue evitando que la derecha se favorezca por opiniones antigubernamentales en las encuestas, estas cifras no deben equivocar a nadie en el gobierno porque teniendo el pueblo sabiduría política y necesitando el gobierno encontrarse con sus promesas fallidas, debe demostrar que su gestión es capaz de mejorar la vida cotidiana de los seres humanos más necesitados, en lugar de favorecer los negocios deslumbrantes de los oligarcas.

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